Lunes
de luna
El espantajo del anti-comunismo
ó del terrible medio a perder los privilegios
Franco Benavides
Entré a la discusión
de buena fé, cuando Villalta se empezó a convirtir en una verdadera opción y un coro
de facebookistas se dedicó a examinar
al microscopio cualquier declaración que daba aquel, con el fin de declararlo “comunista”
por el vía del “chavismo”. Es decir,
entré tratando de intercambiar argumentos para esclarecer desde distintos
puntos de vista lo que realmente representa el Frente Amplio (FA) como opción
política. Con seriedad y tratando de
dejar de lado los prejuicios.
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Aquí no vale analizar la experiencia del
“socialismo real” en toda su complejidad, incluyendo el autoritarismo
stalinista que lo caracterizó, su descalabro a partir de 1989 y la
recomposición de la izquierda a nivel internacional a partir de ese fracaso y
de su propia auto-crítica. No. En la
noche del anticomunismo todas las izquierdas son pardas: el comunismo fue
absolutamente malo y los autodenominados socialistas o gente de izquierda, no
son más que comunistas, agazapados con el fin de tomar el poder y hacer de las
suyas.
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Por más que se les dijo que el Programa del FA
no incluía expropiaciones, siguieron dando como un hecho que las practicarían
en su eventual y temido -por ellos- gobierno.
De nada hubiera valido recordarles que aquí en nuestro país el principal
“expropiador” fue nada más y nada menos que su querido don Pepe, que expropió a
una compañía eléctrica extranjera y nacionalizó1 la banca. Y eso nadie lo entendió como “comunismo” sino
como parte de una política para impulsar el desarrollo nacional.
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De nada hubiera servido replicar a su reclamo
porque el FA se proclamara heredero del Partido Comunista de Costa Rica. ¿De
qué hubiera servido decirles que no se
referían a la herencia de los campos de concentración en Siberia, sino a la de una práctica política que no puede catalogarse
más que como honesta y clave de la identidad costarricense porque contribuyó a hacer
posibles las principales reformas sociales de nuestro país (garantías sociales,
Código de Trabajo, CCSS, etc.)?
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De nada
hubiera servido decirles que al igual que el comunismo, las democracias
capitalistas han parido sus propias atrocidades. Que la historia de la humanidad no se puede mirar
en blanco y negro; ni siquiera la parte que le corresponde al “Este”. Que recordaran, por ejemplo, que la Primera y
la Segunda Guerras Mundiales (en las que murieron más de 60 millones de
personas) fueron incubadas en las democracias europeas.
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Que recordaran, por ejemplo, las
atrocidades de la “mayor democracia del mundo” (la que se llama a sí
misma “americana”): el genocidio de la mayoría de sus pueblos indígenas; la
reedición del esclavismo sobre la que se basó su peculiar forma de impulsar el
capitalismo; los campos de concentración para japoneses; la segregación racial;
la multitud de golpes de estado, entre los que destacan los patrocinados contra
Arbenz en Guatemala y contra Allende en Chile; el apoyo a las dictaduras de
Latinoamérica (Batista en Cuba; las juntas militares de Argentina, Chile y
Brasil) y, recientemente, las invasiones a Afganistán e Irak.
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¿De qué hubiera servido decirle a esos señores,
que parecen llenos de miedo, pero que en
realidad no hacen más que recurrir al miedo como una forma de “convencer”, de
que hubiera servido decirles que los cambios sociales requieren del
consentimiento de las mayorías, que nadie está hablando de expropiaciones, “en
primera instancia”, pero que en todo caso, es el pueblo el que debe decidir si
se dan expropiaciones o no2?
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No. No hubiera servido de nada. Porque esos señores que han re-editado el
anti-comunismo al estilo del Movimiento de Costa Rica Libre, se nutren o
aspiran a nutrirse, con los negocios de las “privatizaciones” (las expropiaciones de empresas y servicios
estatales a favor de la empresa privada).
Porque esos señores viven de las asesorías estatales, del “estado
paralelo” (las ONGs contratistas eternos del Estado), de las concesiones de
obras y servicios públicos, del tráfico de influencias y de los sobornos de que
está plagado el neoliberalismo, cuyo principal objetivo es expropiar al pueblo costarricense sus empresas e instituciones
estatales, para entregarlas a unos pocos como negocio privado.
Heredia, 1 de diciembre del 2013.
(1)
“Nacionalizar”: así le llamaban en aquellos tiempos al
acto patriótico de expropiar una empresa o un servicio para ponerlo al servicio
de la mayoría de la población. Por cierto, las expropiaciones chavistas datan,
si no me equivoco del primer gobierno de Chávez; luego, si ha sido elegido por
una gran mayoría… ¿no será que el pueblo está conforme con esas expropiaciones?
(2)
“Recuperaciones” les llama algunos agentes de la
izquierda a ese acto de devolver a manos del Estado empresas que fueron
privatizadas a precios de quiebra.
El antisemitismo es otro producto incubado en democracias occidentales.
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