domingo, 1 de diciembre de 2013

Lunes de luna
El espantajo del anti-comunismo
ó del terrible medio a perder los privilegios

Franco Benavides


Entré a la discusión de buena fé, cuando Villalta se empezó a convirtir en una verdadera opción y un coro de facebookistas se dedicó a examinar al microscopio cualquier declaración que daba aquel, con el fin de declararlo “comunista” por el vía del “chavismo”.  Es decir, entré tratando de intercambiar argumentos para esclarecer desde distintos puntos de vista lo que realmente representa el Frente Amplio (FA) como opción política.  Con seriedad y tratando de dejar de lado los prejuicios.
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Lo de “en primera instancia no creo que sea posible” como respuesta del candidato del FA a una pregunta sobre eventuales “expropiaciones al estilo chavista”, se convirtió, para esos faceboookistas en la prueba irrefutable de que Villalta quería copiar el modelo venezolano.  Por más que algunos quisimos hacer una discusión seria con estos facebookistas agobiados por el crecimiento del FA en las preferencias de los electores, no fue posible por su insistencia en reducir los argumentos a la repetición, al revés y al derecho, de la misma fórmula: Villalta = Expropiaciones/Expropiaciones = Chavismo/ Chavismo = Comunismo/ Comunismo = Villalta.
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Aquí no vale analizar la experiencia del “socialismo real” en toda su complejidad, incluyendo el autoritarismo stalinista que lo caracterizó, su descalabro a partir de 1989 y la recomposición de la izquierda a nivel internacional a partir de ese fracaso y de su propia auto-crítica.  No. En la noche del anticomunismo todas las izquierdas son pardas: el comunismo fue absolutamente malo y los autodenominados socialistas o gente de izquierda, no son más que comunistas, agazapados con el fin de tomar el poder y hacer de las suyas.
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Por más que se les dijo que el Programa del FA no incluía expropiaciones, siguieron dando como un hecho que las practicarían en su eventual y temido -por ellos-  gobierno.  De nada hubiera valido recordarles que aquí en nuestro país el principal “expropiador” fue nada más y nada menos que su querido don Pepe, que expropió a una compañía eléctrica extranjera y nacionalizó1 la banca.  Y eso nadie lo entendió como “comunismo” sino como parte de una política para impulsar el desarrollo nacional.
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De nada hubiera servido replicar a su reclamo porque el FA se proclamara heredero del Partido Comunista de Costa Rica. ¿De qué hubiera servido decirles  que no se referían a la herencia de los campos de concentración en Siberia, sino a la de una  práctica política que no puede catalogarse más que como honesta y clave de la identidad costarricense porque contribuyó a hacer posibles las principales reformas sociales de nuestro país (garantías sociales, Código de Trabajo, CCSS, etc.)?
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 De nada hubiera servido decirles que al igual que el comunismo, las democracias capitalistas han parido sus propias atrocidades.  Que la historia de la humanidad no se puede mirar en blanco y negro; ni siquiera la parte que le corresponde al “Este”.  Que recordaran, por ejemplo, que la Primera y la Segunda Guerras Mundiales (en las que murieron más de 60 millones de personas) fueron incubadas en las democracias europeas. 
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Que recordaran, por ejemplo,  las  atrocidades de la “mayor democracia del mundo” (la que se llama a sí misma “americana”): el genocidio de la mayoría de sus pueblos indígenas; la reedición del esclavismo sobre la que se basó su peculiar forma de impulsar el capitalismo; los campos de concentración para japoneses; la segregación racial; la multitud de golpes de estado, entre los que destacan los patrocinados contra Arbenz en Guatemala y contra Allende en Chile; el apoyo a las dictaduras de Latinoamérica (Batista en Cuba; las juntas militares de Argentina, Chile y Brasil) y, recientemente, las invasiones a Afganistán e Irak.
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¿De qué hubiera servido decirle a esos señores, que parecen llenos de miedo, pero  que en realidad no hacen más que recurrir al miedo como una forma de “convencer”, de que hubiera servido decirles que los cambios sociales requieren del consentimiento de las mayorías, que nadie está hablando de expropiaciones, “en primera instancia”, pero que en todo caso, es el pueblo el que debe decidir si se dan expropiaciones o no2?
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 No.  No hubiera servido de nada.  Porque esos señores que han re-editado el anti-comunismo al estilo del Movimiento de Costa Rica Libre, se nutren o aspiran a nutrirse, con los negocios de las “privatizaciones” (las expropiaciones de empresas y servicios estatales a favor de la empresa privada).  Porque esos señores viven de las asesorías estatales, del “estado paralelo” (las ONGs contratistas eternos del Estado), de las concesiones de obras y servicios públicos, del tráfico de influencias y de los sobornos de que está plagado el neoliberalismo, cuyo principal objetivo es expropiar al pueblo costarricense sus empresas e instituciones estatales, para entregarlas a unos pocos como negocio privado.
Heredia, 1 de diciembre del 2013.

(1)    “Nacionalizar”: así le llamaban en aquellos tiempos al acto patriótico de expropiar una empresa o un servicio para ponerlo al servicio de la mayoría de la población. Por cierto, las expropiaciones chavistas datan, si no me equivoco del primer gobierno de Chávez; luego, si ha sido elegido por una gran mayoría… ¿no será que el pueblo está conforme con esas expropiaciones?

(2)    “Recuperaciones” les llama algunos agentes de la izquierda a ese acto de devolver a manos del Estado empresas que fueron privatizadas a precios de quiebra. 

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