El padecimiento de una persona jurídica
ó de como se nos puede encarnar una organización
En estos días la prensa divulgó ampliamente una nota
curiosa: una mujer estaba siendo objeto
de una denuncia por proferir supuestas injurias contra una organización. Al menos eso es lo que el dolido denunciante
reclamaba ante las vitrinas de la opinión pública. Decía este señor que su dulce representada
(en realidad lo hemos oído, a menudo, llamarla “mi querida”); decía pues, que
su representada había sido profundamente ofendida en su honor.
v
La verdad es que esa afirmación me provocó fuertes
reflexiones sobre la psique de las organizaciones y de sus expresiones legales,
sus personas jurídicas. ¿Puede una
persona jurídica sentirse ofendida, resentir lo que los mal hablados dicen de ella?
¿Tienen sensibilidad moral las organizaciones, digamos, los sindicatos,
como para llegar a sentirse ofendidas?
En fin: ¿tienen alma las
entidades colectivas o jurídicas? Y si la respuesta fuese sí: ¿pueden ir al cielo, si cumplen con todos los
sacramentos o requisitos mínimos de una determinada fe religiosa?
v
Luego de leer a Tomas de Aquino y a otros filósofos
que debaten en torno al ser y al ente,
luego de recurrir a docenas de psicólogos que reflexionan sobre la personalidad,
incluyendo a Freud y a Walter Riso, llegué a la siguiente conclusión: no, las organizaciones –aunque sean
sindicatos- no tienen alma (o, para los no creyentes: no tienen eso que se denomina una
personalidad, entendida como un conjunto de factores y rasgos físicos,
emocionales y mentales articulados en una
entidad individual más o menos estable).
v
Entonces concluí: comenzar a creer que una entidad
jurídica -digamos un sindicato-, reciente las habladurías y hasta se siente
ofendida en su honor, es síntoma de que en uno se ha producido ese fenómeno
sicológico que llaman "identificación": uno ya no sabe distinguir
entre su persona y la organización o persona jurídica que representa. La
persona jurídica se me "encarnó". De aquí en adelante esa ficción jurídica que
representa a todo un conglomerado de almas, solo siente y creé lo mismísimo que
yo: esta es la esencia de la AUTOCRACIA:
“El Sindicato soy yo”.
Heredia, 23 de noviembre del 2014