Un hecho real interpretado libremente
Don Diputado visita el campo
Franco Benavides
La voz se corrió por todo el vecindario. A las siete llega el Diputado.
- ¿A dónde?
- ¿A la escuela?
- Y, ¿a qué viene?
- Pos, a apoyarlos por lo del desalojo.
- ¿Y vos crees que haga algo?
- Pues claro... es Diputado.
- Yo no le tengo mucha fe a los políticos...
- Vos siempre tan desconfiada.
Un poquitín más tarde de la hora indicada -pues es de importantes hacerse esperar-, llegó Don Diputado. Venía con una comitiva compuesta por chofer, asistente y varios politiquillos del pueblo. Los importantes nunca andan solos.
Tras una breve presentación Don Diputado, como si tuviera siglos de convivir con la gente de ahí, tomó la palabra e interrogó a los vecinos: "¿Qué están dispuestos a hacer ustedes?". Todos guardaron silencio porque la pregunta formulada así no más, ¡ni Keilor la agarraba!
- A ver señora, ¿usted se va a dejar desalojar?
- Pues no Don Diputado, vamos a pelear.
Toda el encuentro siguió en un tono paternal: hora regañaba, hora se ponía cariñoso; luego parecía como que los quería acurrucar a todos como la gallina hace con sus pollitos, y en seguida se veía como que quería emprenderla a fajazo limpio.
- Vean, quiero saber sin me van a hacer caso, porque yo voy a poner la cara por ustedes. Imagínense: yo hablando por ustedes y ustedes me hacen quedar mal. No, no. Yo también soy de campo y sé como es la gente de terca.
Cuando dijo "de campo", algunos hicieron un gesto de asombro y unos pocos no pudieron disimular una sonrisita. Aquí conviene describir la facha de Don Diputado, para que se entienda: el hombre era blanco como un mantel recién puesto a la mesa. Su piel era, como dirían los poetas, aterciopelada y de nácar. Era como si lo acabarán de sacar de un barril de cloro puro. Y no es que entre los vecinos no hubiera gente blanca. Hasta de ojos azules había alguno. Solo que la piel de ellos estaba como averaguada por las inclemencias del clima y del trabajo. En cambio, la piel de aquel hombre parecía no haber recibido ni un rayo de sol en toda su vida. Y ni hablar de sus manos, eran tan blanquitas y lisas que la luz se reflejaba en ellas y encandilaba a uno u otro, según las bajaba o subía, las tiraba para un lado o para el otro, acompañando de esa manera su arenga, como si fuera director de orquesta. De ahí que la alusión al origen campesino que hiciera aquel paliducho, causó entre los presentes, todos de campesinos de verdad, asombro y gracia.
Don Diputado siguió dando instrucciones sacadas del basto conocimiento que, sobre la situación, había recién obtenido mientras tomaba un café con su comitiva.
- Mañana mismo hay que pedir al ICE que instale una torre. Vean, no tengo señal -dijo enseñando un fino celular de última generación. Sin señal en los celulares no sirve el sistema de alarma temprana.
Alguien se atrevió a decir:
- Pero Don Diputado, hace como dos años le estamos pidiendo al ICE la torre y ahora que se ha declarado inhabitable esta zona... está difícil. No sería mejor si le pedimos a la Comisión de Emergencias que nos de unos radios de esos portátiles.
- Por eso les digo: yo voy a poner la cara por ustedes. Quiero que mañana mismo hagan la petición y si es necesario yo mismo la firmo. Urge poner esa torre.
- Vuelvo dentro de un mes, dijo. Miró a su asistente y este, rápidamente, revisó en su celular.
-Don Diputado, de hoy en un mes usted va para Medio Queso.
- Bueno, que sea en veintidós días.
- Ah, ese fin de semana si lo tiene libre.
- Pues bien, que sea de hoy en ventidós. Pero no se olviden de todo lo que les he pedido. Voy a venir a ver si hicieron la tarea, porque recuerden que yo voy a poner la cara por ustedes y no quiero que me hagan quedar mal. La próxima semana tengo la reunión con el Ministro. ¿Entendido?
Así se levantó la reunión al final de la cual Don Diputado no dejó una mejilla femenina e infantil sin el estampado de sus finos labios. A los hombres, a todos y cada uno, les ofreció un leve apretón de su suave mano.
Yo, que soy malicioso, me quedé pensando que si el Ministro, al ver esa jacha paliducha de la oposición, porque, hay que decirlo, el hombre es diputado de La Oposición; pensé si el Ministro no se emperraría más de lo emperrado que ya estaba. ¿Acaso no va a creer que el asunto se politizó y que Don Diputado está procurando ganar votos para la próxima elección?
Pero yo mejor callado. No les voy a dar el nombre de Don Diputado. No sea que éste se enoje y no quiera poner su jacha paliducha por la comunidad: al fin y al cabo, esta gente está tan desesperada que se aguantan a cualquier cabrón... con tal de frenar el desalojo.
Heredia, 9 de setiembre de 2018.