martes, 27 de diciembre de 2022


Canción para un triste autobusero:

EL CORAZON ROMPIDO


Se ciernen horizontes oscuros, ¡ay!

Sobre los bolsillos de empresarios generosos,

Gentiles empresarios autobuseros, ¡ay!

Que prestan un servicio casi ruinoso.

 

Cargan en sus lindos autobuses

A tanta Chusma adentro:

A esos que jartan pollo asado

Y usan de servilleta la felpa de los asientos.

A esos que dejan tapizado

De cáscaras de maní los suelos

Y el piso de boronas de pan salado.

 

Ahí van los autobuses rugiendo

un poco destartalados,

y sin pinche mantenimiento.

Recogen montones de pasajeros

Para embutirlos entre sus latas mullidas

Y para hacerlos padecer un crudo  infierno.

 

De repente, el chofer hace un alto,

Por el rojo de un semáforo respaldado.

Se zampa unos cuantos cucharazos

De un gallo pinto avejentado.

Con un frijol resbalando

por entre sus amargados labios,

al “pasaje” pide a gritando:

que se aprieten más, que hay mucho campo

que sí en el infierno van a caber,

en este bus les sobra campo.

 

Ahí están estos pobres empresarios

Al MOPT  lloviéndole billetes

Y a ciertos diputados exigiendo

que les concedan en ramilletes

lo que merecen sus bolsillos hambrientos:

 

Que como dice el tango, señores,

“que veinte años no es nada”,

Y aunque de herrumbres del tiempo

sus carrocerías lleven cargadas,

Todavía un barril de jugo se les saca

A estas quejumbrosas carcachas.