jueves, 7 de noviembre de 2013

En defensa del Concurso 
de Miss Universo
ó, los envidiosos siempre encontrarán peros a las cualidades ajenas

Franco Benavides

Estuvimos a punto.  Costa Rica tan omisa de éxitos en el plan internacional, logró colocar a nuestra representante femenina entre las diez mujeres más bellas del planeta Tierra.  Sin duda el turismo sexual, que aporta ya una cuota importante de divisas al país, se verá favorecido por ese resultado. 
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Aunque nuestra Mis no tiene un fenotipo que digamos muy común, la inmensa mayoría de las ticas se sintieron muy bien representadas y los hombres nos sentimos muy orgullosos de poder exhibir a un ejemplar tan fino en la más importante exposición ganadera del planeta. 
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Digan lo que digan los aguafiestas, todo país que se precie de civilizado y democrático, participa en esa exposición mundial.  Recuerden cómo la Rusia y China comunistas negaban esa libertad a sus mujeres.  Con la caída del Muro de Berlín el concurso de belleza realmente se universalizó.  Ahora no hay país del orbe que no envié a sus mejores ejemplares femeninos a concursar. Cierto que deben recurrir a cruces genéticos para ir acercándose poco a poco al ideal angloamericano-europeo de belleza. En ese sentido el ejemplo de Angola es notable:  esa Mis casi no parece una persona negra.
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Para burlarse de los concursos de belleza se citan algunas frases dichas por las misis como aquella de que “Confucio fue el que creó la confusión”. Pero para que no sigan con esa majadería, se debe aclarar de una vez por todas que el asunto de la inteligencia de las misis no está en cuestionamiento.  Se trata de un concurso de BELLEZA, no de inteligencia. De manera que ésta variable, la inteligencia, ni siquiera se toma en cuenta.  Otra cosa muy distinta sucede en los campeonatos de ajedrez; que yo sepa a Kasparov nadie lo puso a modelar en traje de baño como requisito para ser campeón.  Cada cosa en su lugar.
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¡La explotación del cuerpo femenino!; insistirán algunos y algunas.  ¿Y por qué no se quejan de la explotación de la inteligencia en los concursos de ajedrez?  La inteligencia como el cuerpo son regalos de la naturaleza.  Unas cultivan la inteligencia, otros la voz, otros el cuerpo.  ¡Que detrás de los concursos de belleza hay una gran maquinaria comercial!; ¿Y? ¿En la época del capitalismo, qué cosa no se convierte en mercancía?  ¿Por qué ha de ser peor el mercado de la belleza femenina que los otros mercados?     
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 El sueño de esas niñas concursantes es la mejor paga que puede tener cualquier trabajo.  Pero, si no alcanzan su sueño, ¿no disfrutaron de abundantes días de pasarelas, fiestas, comilonas, paseos y una constelación de los flashes de los mejores fotógrafos del mundo?  ¡Ya quisiera yo ser explotado de esa terrible manera!
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 Botellita de jerez… 
19 de setiembre del 2011.


martes, 5 de noviembre de 2013

UN INCIDENTE INVEROSÍMIL PERO CIERTO

Miércoles de Hiel
       Un incidente inverosímil pero cierto 
             ó de hasta dónde llegan los prejuicios  y la ignorancia

Franco Benavides

Este martes sucedió algo que no sé cómo calificar: ¿Ridículo? ¿Grotesco? ¿Tonto? ¿Arbitrario? No sé.  Mejor describo el hecho:
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Resulta que una compañera del Ministerio, como de costumbre, salió de “gira”.  De previo hizo los trámites para los viáticos, el transporte y las necesarias coordinaciones con las oficinas que iba a visitar.  El viaje era un tanto lejano, así que se puso ropa cómoda.  Un pantalón de mezclilla y una camiseta y, zas, se enrumbo sobre un flamante carro oficial hacia su deber.
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El trayecto de ida estuvo sin novedad.  No vale la pena ni contar lo que comieron de camino ella y el chofer que la acompañaba.  Ya se sabe:  ¡pinto con huevos y algo más!  La carretera se portó bien a pesar de los infaltables huecos, pero nada que no pudiera superar un carro de nuestra fabulosa flotilla.
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Lo “novedoso” estuvo al llegar.  Se presentó en una de las Oficinas a realizar los mismos trabajos que antes había realizado en otras.  Pero esta vez sus compañeros de trabajo la pararon en raya cuando quiso revisar el equipo.
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Ella no podía salir del asombro. Había viajado muchas horas y ahora no le permitían realizar su trabajo.  La razón afloró muy pronto: ella llevaba puesta una camiseta.  Pero, ¿cómo?  ¿Tan formales son en esta zona que no se puede trabajar en camiseta?  No, claro que no.  Los calores del lugar no están como para pedir corbata, ni camisa larga.  No, que va.  La camiseta es casi una norma.  Y, ¿entonces?
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¡Ah, es que la camiseta que llevaba puesta la compañera, no era cualquier camiseta!  ¡No señor!  Era una camiseta con el logotipo de la Afumitra.  De inmediato empezó “el estire, sin encoge”.  Vea que yo vengo a trabajar.  Que vengo en gira oficial, con chofer, carro, viáticos y todo.  Ustedes me conocen, soy funcionaria del Ministerio y este es mi carné (y enseñó su respectivo carné de identificación). Y del otro lado:  No señora.  Usted viene como Afumitra y no puede tocar el equipo.  El Sindicato no tiene derecho a manosear nuestras compús.  Y ella:  compañeros, yo no vengo como Afumitra…, soy funcionaria del Ministerio, vengo a revisar el equipo.  Y ellos:  Niet (como era del sindicato le hablaron en ruso).
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Y comenzaron las llamadas telefónicas de ambos lados.  Ella a su jefe adorado.  Ellos fueron instruidos por su jefe (¿adorado?) para impedir que la Afumitra abusara de su poder.  Este, el jefe, llamó a San José.  Yo, casualmente escuché las respuestas que recibía el jefe en el sentido de que “eso no tiene nada que ver”, “déjenla hacer su trabajo”.  No convencido, el jefe llamó al máximo órgano de control, la auditoría.  Allí, según le despotricó el jefe a la funcionaria deseosa de trabajar (la que vestía la temible prenda de la Afumitra), le dijeron que ninguna funcionaria podía presentarse identificada con una camiseta del Sindicato.  Asombrada como estaba, se asombró más.  Llamó a la Auditoría.  La opinión técnico-jurídico no fue tan contundente como la pintaba el jefe:  “Tápese el logo ese con un papelito para que no se vea y si puede vaya y se cambia esa camiseta” (¡Que qué!!!!!).
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Al final, le permitieron realizar su trabajo, aunque no sin verse mancillada porque en su linda camiseta “polo” llevaba estampada, con primoroso tejido, el logo de la Afumitra, el del sindicato más temible de todo el universo.   Algo así como Al-qaeda y sus secuaces terroristas. 
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La pregunta que nos hacemos es:  ¿Es prohibido presentarse a trabajar con una camiseta de la Afumitra?  ¿No sucede esto a menudo los viernes de moda?  ¿Puedo presentarme a trabajar con una camisa que tenga distintivos de, por ejemplo, el banco popular, de Pilsen, pero nunca de la Afumitra?  ¿No dice el reglamento que el funcionario está identificado cuando presenta su carné? O es que si viste camiseta de la Afumitra, se anula esa norma y prevalece el prejuicio de si vendrá en plan de espionaje sindical.
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 Moraleja:  Esto podría ser objeto de una denuncia por prácticas sindicales; ¡es tal el prejuicio y la ignorancia que mostraron algunos!  Pero la verdad…, es suficiente con que ustedes conozcan esta historia y sepan que aún dentro de nuestro Ministerio de Trabajo existen actitudes que deberían darle vergüenza a cualquiera que labore en una institución que está obligada a tener no solo tolerancia, sino empatía con esas organizaciones que se llaman sindicatos.

Heredia, 6 de noviembre del 2012.