martes, 5 de noviembre de 2013

UN INCIDENTE INVEROSÍMIL PERO CIERTO

Miércoles de Hiel
       Un incidente inverosímil pero cierto 
             ó de hasta dónde llegan los prejuicios  y la ignorancia

Franco Benavides

Este martes sucedió algo que no sé cómo calificar: ¿Ridículo? ¿Grotesco? ¿Tonto? ¿Arbitrario? No sé.  Mejor describo el hecho:
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Resulta que una compañera del Ministerio, como de costumbre, salió de “gira”.  De previo hizo los trámites para los viáticos, el transporte y las necesarias coordinaciones con las oficinas que iba a visitar.  El viaje era un tanto lejano, así que se puso ropa cómoda.  Un pantalón de mezclilla y una camiseta y, zas, se enrumbo sobre un flamante carro oficial hacia su deber.
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El trayecto de ida estuvo sin novedad.  No vale la pena ni contar lo que comieron de camino ella y el chofer que la acompañaba.  Ya se sabe:  ¡pinto con huevos y algo más!  La carretera se portó bien a pesar de los infaltables huecos, pero nada que no pudiera superar un carro de nuestra fabulosa flotilla.
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Lo “novedoso” estuvo al llegar.  Se presentó en una de las Oficinas a realizar los mismos trabajos que antes había realizado en otras.  Pero esta vez sus compañeros de trabajo la pararon en raya cuando quiso revisar el equipo.
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Ella no podía salir del asombro. Había viajado muchas horas y ahora no le permitían realizar su trabajo.  La razón afloró muy pronto: ella llevaba puesta una camiseta.  Pero, ¿cómo?  ¿Tan formales son en esta zona que no se puede trabajar en camiseta?  No, claro que no.  Los calores del lugar no están como para pedir corbata, ni camisa larga.  No, que va.  La camiseta es casi una norma.  Y, ¿entonces?
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¡Ah, es que la camiseta que llevaba puesta la compañera, no era cualquier camiseta!  ¡No señor!  Era una camiseta con el logotipo de la Afumitra.  De inmediato empezó “el estire, sin encoge”.  Vea que yo vengo a trabajar.  Que vengo en gira oficial, con chofer, carro, viáticos y todo.  Ustedes me conocen, soy funcionaria del Ministerio y este es mi carné (y enseñó su respectivo carné de identificación). Y del otro lado:  No señora.  Usted viene como Afumitra y no puede tocar el equipo.  El Sindicato no tiene derecho a manosear nuestras compús.  Y ella:  compañeros, yo no vengo como Afumitra…, soy funcionaria del Ministerio, vengo a revisar el equipo.  Y ellos:  Niet (como era del sindicato le hablaron en ruso).
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Y comenzaron las llamadas telefónicas de ambos lados.  Ella a su jefe adorado.  Ellos fueron instruidos por su jefe (¿adorado?) para impedir que la Afumitra abusara de su poder.  Este, el jefe, llamó a San José.  Yo, casualmente escuché las respuestas que recibía el jefe en el sentido de que “eso no tiene nada que ver”, “déjenla hacer su trabajo”.  No convencido, el jefe llamó al máximo órgano de control, la auditoría.  Allí, según le despotricó el jefe a la funcionaria deseosa de trabajar (la que vestía la temible prenda de la Afumitra), le dijeron que ninguna funcionaria podía presentarse identificada con una camiseta del Sindicato.  Asombrada como estaba, se asombró más.  Llamó a la Auditoría.  La opinión técnico-jurídico no fue tan contundente como la pintaba el jefe:  “Tápese el logo ese con un papelito para que no se vea y si puede vaya y se cambia esa camiseta” (¡Que qué!!!!!).
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Al final, le permitieron realizar su trabajo, aunque no sin verse mancillada porque en su linda camiseta “polo” llevaba estampada, con primoroso tejido, el logo de la Afumitra, el del sindicato más temible de todo el universo.   Algo así como Al-qaeda y sus secuaces terroristas. 
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La pregunta que nos hacemos es:  ¿Es prohibido presentarse a trabajar con una camiseta de la Afumitra?  ¿No sucede esto a menudo los viernes de moda?  ¿Puedo presentarme a trabajar con una camisa que tenga distintivos de, por ejemplo, el banco popular, de Pilsen, pero nunca de la Afumitra?  ¿No dice el reglamento que el funcionario está identificado cuando presenta su carné? O es que si viste camiseta de la Afumitra, se anula esa norma y prevalece el prejuicio de si vendrá en plan de espionaje sindical.
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 Moraleja:  Esto podría ser objeto de una denuncia por prácticas sindicales; ¡es tal el prejuicio y la ignorancia que mostraron algunos!  Pero la verdad…, es suficiente con que ustedes conozcan esta historia y sepan que aún dentro de nuestro Ministerio de Trabajo existen actitudes que deberían darle vergüenza a cualquiera que labore en una institución que está obligada a tener no solo tolerancia, sino empatía con esas organizaciones que se llaman sindicatos.

Heredia, 6 de noviembre del 2012.   

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