Miércoles de Hiel
(Re-edición)
El alarido paranoico de un
dirigente sindical
ó de cómo se defiende con locura febril un poco de poder
Franco Benavides
Si uno ha estado por más de veinte años al
frente de una organización en la que mi palabra es la ley y la genuflexión es
el gesto más frecuente de mis “colaboradores”, pues, ¡qué carajo!, uno empieza
a confundir los intereses propios, personales, egocéntricos, con los de la
organización. Entonces, cuando aparece
alguien que no pertenece al pequeño y leal círculo de mi poder y me quiere sacar
de “mi puesto”, lo tiendo a confundir con un “enemigo” de la organización, que
tan dignamente represento desde el Diluvio para acá.
Ese fenómeno de confusión es frecuente, tanto
que un sociólogo dice haber descubierto una ley que lo explica. La
“ley de hierro” le llama, según
la cual todo dirigente al cabo de unos años de ocupar su cargo de manera
incontestada y monopólica, se convierte en una especie de burócrata, con
intereses propios y distintos de la organización que dice representar(1).
Se han dado casos en que un Líder se vuelve
paranoico y cualquier conversación que sus colaboradores realizan a sus
espaldas la interpreta como conspiración.
Y aunque sea pura imaginación, eso ha bastado para que se desaten
purgas, tal vez no al estilo clásico de Stalin, con fusilamiento incluido, pero
si con “despidos por pérdida de confianza”.
Pero un Dirigente Eterno pierde lo que le
queda de cordura cuando, frente a su indisputada autoridad centenaria
-garantizada por enmarañados rituales electorales repetidos indefinidamente con
el mismo resultado-, cuando, decimos, el Dirigente ve y no se imagina, que otro
grupo ha encontrado un portillo para tener acceso a la santidad de “su”
organización.
Entonces, el Líder, que se cree pastor de
ovejas asediadas por un hambriento lobo, se torna furioso y recurre a todos los
medios para sostenerse en su puesto.
Claro, lo primero que hace, confiando en la “Ley de Hierro”(2), que tiene en poca aprecio la inteligencia de
las bases de las organizaciones, es acusar a sus competidores de querer
destruir a la organización, de ser agentes de una maléfica secta, de ser unos
intrusos (aunque paguen puntualmente, como todo afiliado, la cuota de su
organización).
Esta Ley, la de confundir intereses personales
con los de la organización, no es una ley fatal, como no lo es ni siquiera la
Ley del Gravedad. Ya sabemos que todo
lo sube no tiene por qué bajar, por lo menos no en caída libre. Los aviones demuestran que esa ley se puede
contrarrestar. Igual puede suceder con
la “Ley de Hierro”: si se facilita el ejercicio democrático al interior de las
organizaciones, incluyendo una verdadera y libre participación de las bases en
la elección de sus dirigentes pues…, bueno, no necesariamente surgirá una
argolla que se crea la dueña y señora de la organización.
Moraleja: El Líder
debe ser un humilde servidor y entender que está para servir a la organización
y que aunque la adore como a sí mismo, no son la misma cosa… ergo: ¡algún día se deberá separar de su puesto,
aunque le duela y crea que él es el único que se lo merece!
Heredia, 5 de junio del
2013.
(1) Robert Michels realiza un interesante estudio denominado
“Los partidos políticos”, donde fórmula su famosa “ley de hierro dela
oligarquía”. Tal ley dice algo así: “Los líderes, aunque en principio se guíen
por la voluntad de la masa y se digan revolucionarios, pronto se emancipan de
ésta y se vuelven conservadores. Siempre el líder buscará incrementar o
mantener su poder, a cualquier precio, incluso olvidando sus viejos
ideales.”
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_hierro_de_la_oligarquia#Ley_de_hierro_de_la_oligarqu.C3.ADa
(2) Este Michels realmente tiene poca fé en la “masa” y por
eso sostiene que uno de los principios de su Ley de Hierro es: “…la propia
psicología de las masas hace deseable el liderazgo, puesto que son apáticas,
ineptas para resolver problemas por sí mismas; son agradecidas con el líder, y
tienden al culto de la personalidad. Su única función sería, pues, la de
escoger de vez en cuando a sus líderes.” (Idem).
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