Canción para un triste
autobusero:
EL CORAZON ROMPIDO
Se ciernen horizontes oscuros,
¡ay!
Sobre los bolsillos de empresarios
generosos,
Gentiles empresarios autobuseros,
¡ay!
Que prestan un servicio
casi ruinoso.
Cargan en sus lindos
autobuses
A tanta Chusma adentro:
A esos que jartan pollo
asado
Y usan de servilleta la
felpa de los asientos.
A esos que dejan tapizado
De cáscaras de maní los
suelos
Y el piso de boronas de
pan salado.
Ahí van los autobuses
rugiendo
un poco destartalados,
y sin pinche
mantenimiento.
Recogen montones de
pasajeros
Para embutirlos entre sus
latas mullidas
Y para hacerlos padecer
un crudo infierno.
De repente, el chofer hace
un alto,
Por el rojo de un semáforo
respaldado.
Se zampa unos cuantos
cucharazos
De un gallo pinto avejentado.
Con un frijol resbalando
por entre sus amargados
labios,
al “pasaje” pide a gritando:
que se aprieten más, que
hay mucho campo
que sí en el infierno van
a caber,
en este bus les sobra
campo.
Ahí están estos pobres
empresarios
Al MOPT lloviéndole billetes
Y a ciertos diputados
exigiendo
que les concedan en
ramilletes
lo que merecen sus
bolsillos hambrientos:
Que como dice el tango,
señores,
“que veinte años no es
nada”,
Y aunque de herrumbres
del tiempo
sus carrocerías lleven
cargadas,
Todavía un barril de jugo
se les saca
A estas quejumbrosas carcachas.