sábado, 12 de noviembre de 2022

 

Coito interruptus

 

Meciéndonos en la cama

al ritmo frenético del sexo,

sudando a chorros la dama

y yo gruñendo como un puerco.

 

Estando a punto de venirnos

los dos al mismo tiempo,

rajose el condón bendito

dejándome el falo al descubierto.

 

La dama sin compasión

de un golpe las piernas cerró

y dijo sin asomo de constricción

a este cristiano perro:

 

Aunque estalle de deseo loca

y mi vulva esté toda lubricadita,

te lo digo fuerte como roca:

¡Sin condón, muñeco, ni la puntita!


AD PORTAS

 

Ad Portas

 Estábamos ambos calientes,

como agua volcánica hirviendo.

Yo le tocaba las tetas rutilantes,

ella los huevos me estaba meciendo.

 

Estaba muy feliz su vulva colorada

absolutamente empapada, mojada,

anegada como un pozo,

hondo, negro y acuoso.

 

Enrumbé el mástil carnoso

-doce pulgadas y pico-

hacia aquel terrible oso

que manaba humedad por el hocico.

 

Su sorpresa fue grande

y su cólera lo fue aún más,

cuando el arma punzante

se disparó sin entrar: ¡ad portas!

 

HACEMOS PAREJA

 Hacemos pareja

Ya sé que andas diciendo, morena,

que diminuto es mi órgano genital,

y que, para colmo de males, además,

me derramo con extrema facilidad.


Que para que la verga se me ponga dura

transcurre casi una eternidad,

y que cuando parece estar lista, dura

apenas un instante, sin darte oportunidad.


Es cierto que infantil pene tengo

y que eyaculador precoz soy,

pero de lo poco que tengo,

¡ingrata!, a Dios gracias doy.

 En cambio, mujer engreída,

de atributos tu presumes

que categórica te negó la vida,

aunque con atuendos mal lo disimules.


 Por qué no dices, malvada,

que cuando a tus tetas no las sujeta nada,

en caída libre locas se lanzan

y cercanas al ombligo se desparraman.

Que cual dunas del desierto estriadas,

así es la piel de tus blancuzcas nalgas.

Que compite tu vagina por lo ancho,

con el cráter de un volcán

y por la flacidez de sus paredes,

con un humedecido pedazo de pan.


 ¡A qué tanto reclamo

Por un imperfecto falo!:


De todas manera, dañina,

tu no tendrías orgasmo alguno,

aunque se vaciaran en tu vagina,

diez mil falos cual si fuesen uno.


Reconócelo mi dañina

y ya abandona tanta queja,

que a pesar de tanta inquina,

tu y yo, hacemos pareja.