El perfecto
idiota
Ó, del peligro de tomarse unas vacaciones demasiado en
serio

·
No; hablo del efecto
que ha dejado esta Navidad y Año Nuevo en esa cosa in-conocible que llaman Alma
y en su expresión más vistosa, la Mente. A dos días de retornar a la
Oficina estoy tratando de desprenderme de este letargo pegajoso en el que me
enredé y como que no voy a poder.
Lo que más me preocupa es que casi he quedado
analfabeta por desuso (de hecho esto se lo he tenido que dictar a mi hija que
amablemente accedió a sustituirme en el teclado). Confieso que
durante las vacaciones no leí ni un solo libro de los tres que hacen fila en mi
resentida biblioteca. Ni un libro ni un periódico. No, desde
el 21 cerré los libros y abrí contento la vida. Bueno, no tanto la
vida como la Tele.
·
Vi todos los programas que tan diligentemente nos
prepararon para nuestro provecho cultural. Cada elaborado capítulo del
Divino Chinamo y cada edición de los Toros a la Tica, sin importar el canal de
trasmisión, porque en esto de la Tele no tenemos por qué guardar
fidelidad. Y como me quedaban algunos huecos en mi itinerario de vida…,
pues vi todas las películas pirateadas que he acumulado por años, con la única
condición de que estuvieran dobladas al español (aún no he dicho que me
propuse como meta no leer absolutamente nada, ni los rótulos de las tiendas en
que compré con ansiedad feroz cualquier cosa que me gustara o que,
eventualmente, me gustará).
·
También escuché música, pero eso sí, de la que va
acompañada con esas peliculitas cortas y vistosas que hacen ahora. Ya no
me satisface sencillamente oír la música. Ahora necesito usar mis ojos
para disfrutarla. Hasta estuve pensando en deshacerme de mi equipo de
sonido y cambiarlo por esos tales teatros
caseros (y no lo digo en inglés porque sería presumir estando en esta
condición). Con lo que me dieran por ese primitivo aparato de música,
ajustándolo con la venta de garaje mediante la cual pensé, seriamente,
deshacerme de mis libros, hubiera adquirido –con el concurso salvador de mi
tarjeta de crédito- una súper pantalla gigante con todo su aparataje rompe-cocos
en estéreo.
·
Ahora siento cierta náusea cuando veo esas
acumulaciones de libros que llaman bibliotecas. ¿Para qué leer si ahora
existen Discovery y History Channels, si es que se trata de
ilustrarse? Ahora conozco el gusto de jugar ese juego tan bonito que se
llama “el que piensa pierde”. ¿Y saben qué? Siempre gano.
¡Chutéela!
Dictado en Heredia
el 4 de enero del 2013
Post data:
Lo hunico que hextrañe y con lo cual me uviera realisado enteramente como zer
umano, fueron nuestros escalofriantes partidos de fútvol, cienpre
aconpañados de la intelijente y horientadora narrasión a la tika (perdon por
las faltas hortografikas pero es que esto lo tube que escrivir llo zolito).
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