Con
el ánimo de contribuir a diseñar una política sindical del Frente Amplio
El
Movimiento Sindical en la estrategia del Cambio Social
Comisión
Sindical del Frente Amplio
Estimados
(as) compañeros (as):
En primer lugar agradezco la invitación que me hicieron
para exponer mi punto de vista sobre el Movimiento Sindical costarricense. El que el FA haya constituido una comisión
especial es indicativo de que dentro del partido algunos creen importante tener
una política sobre esa materia.
La
deformación del Movimiento Sindical costarricense.
1.- Quién puede negar que existe un profundo
abismo entre los trabajadores del sector público y los del sector privado en lo
que a condiciones de trabajo se refiere.
Que los primeros ganan hasta tres veces más que los segundos, es decir
mucho. Y ese abismo es producto, en
parte, a la capacidad de organización sindical que han tenido los empleados
públicos. En parte, porque no se puede
obviar que el mundo del sector público es producto no solo de la capacidad
reinvicativa de los sindicatos, sino del “pacto” político que condujo a la
creación de lo que se ha denominado Estado Benefactor. Que las condiciones –llamémosle como ahora
está de moda llamarles- “privilegiadas” de los empleados públicos son parte del
“botín” político del bipartidismo no puede dudarse. Incluso el crecimiento absolutamente desigual
del sindicalismo entre el sector privado y público (éste último con hasta el
50% de afiliados en algunos momentos), se explica en parte por esa “política” flexible
del Bipartidismo hacia los sindicatos de los empleados públicos.
2.- En cambio, la masacre del Movimiento
Sindical Bananero orquestada en la década de 1980 por los partidos y el Estado,
con el incondicional apoyo de esa herramienta anti-sindical que es el
Movimiento Solidarista; la ferocidad de los empresarios ante cualquier conato
de sindicato que dio origen a la costumbre de algunos obreros de solicitar el
carné de afiliado para que, dejándolo como por descuido en su mesa de trabajo,
su patrono los despidiera con pago de prestaciones; en fin, la profunda, prolongada y despiadada campaña
antisindical con que se bombardea a los trabajadores presentando a los
sindicalistas como poco menos que organizaciones para delinquir, explica que en
el sector privado la afiliación sindical no supere el 3% de la población
ocupada.
3.- Así nuestro Movimiento Sindical sufrió una
deformación en su composición. El único
Sindicalismo del sector privado, el otra hora poderoso Sindicalismo Bananero,
fue aniquilado y en cambio entre los empleados públicos se afianzó en las
décadas del 70 y 80 del siglo pasado y a partir del 90 y hasta nuestros días,
ha logrado sobrevivir con relativa fuerza, pero con tendencia a la disminución
(tanto en afiliación como en su capacidad reivindicativa y de movilización). El Sindicalismo del Sector Privado, al
contrario del de otros países
centroamericanos, se transformó en un pequeño apéndice comparado con su
“hermano” mayor, el del aparato estatal.
Y cuando se dice apéndice es porque el conato de sindicalismo del sector
privado, mal sobrevive a la sombra de Confederaciones que son en realidad
organizaciones de empleados del sector público.
Esto tiene una expresión práctica un tanto tragicómica: en el Consejo Nacional de Salarios, los
representantes de los trabajadores son casi mayoritariamente, sino en su
totalidad, empleados públicos o dirigentes profesionales que provienen de este
sector. Empleados públicos negociando
los salarios de los trabajadores de la empresa privada: ¡A ese nivel llegamos!
La
piñata de derechos laborales.
4.- Decir ahora, sin considerar el proceso
histórico en que se originó, que los Sindicatos del Sector Público defienden
privilegios, que los derechos conseguidos en las convenciones colectivas son un
afronta contra el 85% de la fuerza de trabajo que a duras penas se atiene al
“piso” que constituye el Código de Trabajo; decir simplemente que las
conquistas de años (algunas ciertamente concedidas como parte del clientelismo
político del bipartidismo de la época de oro del Estado Benefector) son un
privilegio indefendible, es propio de partidos como el PLN, el PUSC, el ML e
incluso del PAC.
5.- Pero, entonces, ¿debería el FA defender las
Convenciones Colectivas, incluyendo las llamadas “cláusulas abusivas”? ¿Se puede defender que un 15% de los
asalariados ganen hasta tres veces más que sus homólogos de la empresa privada;
que reciban como licencia por enfermedad el 80% y hasta el 100% de su salario
mientras el 85% recibe apenas el 60%; se puede defender que ese 15% reciba
becas para el estudio de sus hijos, incentivos salariales por no llegar tarde,
bonos por matrimonio o muerte, etc.; que algunos regímenes de pensiones paguen
hasta un 100% del salario y sigan creciendo como sí el beneficiario estuviera
activo? La cuestión no es tan simple y es
claro que, seguramente, el 90% de los costarricenses verían con buenos ojos que
les quiten esos “privilegios” a los empleados públicos y el partido que los
“defienda” se va a ganar, al menos, una chiflada popular.
6.- Lo primero que se debería plantear ante la
opinión pública es que las diferencias entre los derechos laborales de unos y
otros, no obedecen a una acción delictiva, digamos a meter las manos en el
bolsillo del Estado y servirse un jugoso salario. Esas diferencias son, en primer lugar, el producto
del derecho a la negociación colectiva que ha sido reconocido como un derecho
humano. En segundo lugar, lo son como
producto de una cultura y un modelo de “desarrollo” que procura atraer
inversión extranjera con el coqueteo de
lucir una mano de obra barata y entregada a la total desorganización, gracias
al enorme muro ideológico que han construido y,
cuando este falla (porque el conflicto entre trabajo y capital siempre brota
de manera natural), recurriendo al terrorismo patronal ante cualquier intento
de sindicalización.
Neoliberalismo,
contra-reforma y acción sindical. El conflicto entre el trabajo y el capital es
esencial para definir la política económica de un partido del pueblo.
7.- El principal rasgo de la fase histórica que
vivimos –que define el contexto en el que se desarrolla o sobrevive el MS- es
el entronizamiento del capitalismo neoliberal sobre cualquier alternativa
socialista o al menos socialdemócrata; la Contra-Reforma Social, Económica y
Política que lo caracteriza y al mismo tiempo, el fracaso de esta forma de
capitalismo, expresada en profundas
crisis económicas que profundizan la desigualdad y la exclusión sociales, son
el marco de la lucha social.
8.- El capitalismo neoliberal necesita un
estado neoliberal. Desmontar las
instituciones del Aparato Estatal privatizándolas de manera directa, cambiando
su contenido económico (como en el caso del sistema bancario nacional y de los
seguros), rompiendo el monopolio estatal (depósitos bancarios, telefonía,
electricidad, seguros y muelles, por ejemplo)
o “concesionando” la obra pública (Riteve, Ruta 27, Refinería, etc.) es
parte de la agenda neoliberal para transformar el Estado costarricense. Y el Movimiento Sindical del sector público
ha sido un enorme estorbo para el desarrollo de esa agenda.
9.- El Combo del ICE y la lucha contra el TLC
son los principales hitos populares en los que se expresado la resistencia al
cambio del Modelo Estatal. En el centro de esa resistencia popular ha estado el
MS del sector público. Uno se puede
atrever a afirmar que sin el acicate del MS el Combo del Ice y la lucha contra
el TLC no hubiera tenida las dimensiones que tuvo. El MS puso no solo una gran parte de sus
recursos económicos para financiar la lucha, sino de su acervo
organizativo. En este sentido, con todo
y sus profundos defectos y deformaciones, el MS del sector público ha tenido un
papel protagónico en la lucha por frenar la Contra-Reforma. Que ese MS esté defendiendo sus “privilegios”
y no tanto un Modelo de Estado Social, es una cuestión que se puede discutir y
encontrar ejemplos de fuertes ánimos gremialistas al lado de acciones políticas
profundamente solidarias. En todo caso, sea cual sea el motivo
(gremialismo o compromiso político-social), lo cierto es que la movilización
del MS ha retrasado la ejecución de la agenda neoliberal y ha contribuido a
crear esa crisis económico-política que los grupos detentadores del poder
caracterizan como “ingobernabilidad”, es decir, la incapacidad de la clase
dominante para llevar adelante y sin retrasos, la transformación neoliberal del
sistema económico y político costarricense.
La
relación entre el partido y el sindicato: la eterna discusión nunca resuelta.
10.- En la discusión de la Comisión Sindical
del FA se nota la preocupación por la forma y el contenido de las relaciones
entre el Partido y el Sindicato. ¿Se
cometerán los mismos errores de antaño en que los sindicatos eran “correas de
transmisión” del partido? ¿Es la
autonomía sindical de tal grado que los lineamientos del Partido no pueden
llevarse al Sindicato?
11.- Lo que
es cierto es que partido y sindicato han coexistido desde el origen de ambos
(por supuesto al partido de los trabajadores nos referimos) y su relación ha
asumido diferentes modalidades en distintas épocas y latitudes. No creo que la modalidad de relación se deba
definir de antemano de manera “teórica”.
Es más bien un asunto práctico.
Que los sindicatos sean “correas de transmisión” del o de los partidos
populares no pareciera ser el problema fundamental, sino el del contenido de la
“transmisión” y la forma que adopte.
Claro, sí hay principios básicos que se deben respetar: la democracia
sindical es el principal y el carácter necesariamente pluralista, es otro. No se trata de que el Partido tome la
dirección del Sindicato y dicte la línea partidaria desde ahí. No se puedo dejar de recordar la discusión
que sostenía Lenin sobre el tema de la autonomía sindical y de cómo planteaba
que la influencia del Partido sobre los sindicatos solo es eficaz cuando se da
a través de la formación y el convencimiento de los cuadros dirigentes y de sus
afiliados. En todo caso, algo que no se
puede olvidar, además del principio democrático y pluralista, es de que el
Sindicato por su naturaleza siempre tendrá una motivación reivindicativa (Marx
decía que la lucha sindical lo que perseguía era vender la fuerza de trabajo al
mejor precio posible). Esto es: el
Partido nunca puede olvidar que el Sindicato es una herramienta para mejorar
las condiciones concretas de trabajo y que por eso la dirigencia partidaria
dentro del sindicato no puede “sacrificar” la vertiente reinvindicativa a un
proyecto político de largo plazo.
Aunque, y aquí cito nuevamente a los clásicos y me siento como cuando,
en el claustro monacal de mi partido, recitaba de memoria a “los
maestros”: “El sindicato es una escuela
de comunismo”. Es decir, el espacio de
las luchas concretas por los derechos laborales es idóneo para que los
trabajadores accedan a la conciencia política (aunque no sea comunista, ¡qué
carajo!).
12.- Pero
claro, lo dicho arriba vale para un partido fuertemente arraigado al MS. Este no es el caso del FA. Tal vez porque el divorcio del Partido y el
Sindicato que se consolidó en la década de los 90s. fue tan fuerte como lo era
la fuerte ascendencia del “socialismo real” y del partido comunista sobre el
MS. Tan fuerte que el vínculo entre Partido y Sindicato se convirtió para muchos
dirigentes sindicales y del propio partido en un verdadero tabú. No es raro entonces que, teniendo el FA tres
diputados que cultivaron su liderazgo dentro del MS y muchos militantes que a
su vez son militantes sindicalista, no exista una estrecha relación entre ambos
movimientos populares. En la actualidad
(no creo que sea así necesariamente para toda la vida) la autonomía sindical es
la moneda de curso obligatoria entre las relaciones de los partidos populares y
los sindicatos.
La política sindical y la política de alianzas.
13.- Lo
cierto es que el FA y el MS son dos
cosas distintas y separadas y, más aún, lo son con relaciones más o menos complicadas
y distantes. Pero el FA no puede ignorar
que el movimiento social más fuerte en el país, con todas sus debilidades, es
el MS. No el que se pueda construir en
el futuro (si es que puede haber futuro para un MS que no se apoye en los
recursos y capacidad de movilización del que existe en la actualidad), sino el
deformado MS
con que contamos ahora.
14.- Y es
que partir de la idea de que “todos los sindicatos son pardos” y por tanto hay
que “crear un nuevo sindicalismo” a partir de cero (realmente no creo que nadie
se esté planteando seriamente re-escribir la historia sindical en una “hoja en
blanco”), es en el fondo una forma de contribuir a borrar del territorio
nacional esa organización conflictiva y mala para el libre mercado, que es el
sindicato. Porque, y esta es la tesis
que vienen sosteniendo algunos compañeros, especialmente los de la UNT, el desarrollo
del sindicalismo en el sector privado -que debe ser parte esencial de la base social
de cualquier partido que busque una alternativa al capitalismo o, por lo menos,
un capitalismo “embridado”- solo se podrá construir con los recursos y la solidaridad
del MS del sector público.
15.- El FA
debe entender que dos de las contradicciones sociales más importantes están
vinculadas al sindicalismo, el existente y el necesario: i)
El MS del sector público está en el centro de la Contra-reforma Estatal y es el
principal objetivo a derrotar para avanzar sin trabas en la construcción de un
Estado Neoliberal. Por otra parte, ii) el conflicto entre el trabajo y el
capital, signa una gran parte de las relaciones económicas del país: el 72% de
los trabajadores costarricenses son asalariados del sector privado. A menos que se crea en una transformación de
la estructura política y social sin afectar la esfera económica (y no estoy
hablando de la expropiación de los capitalistas ni mucho menos), el conflicto
trabajo-capital es esencial en la estrategia política de un partido popular. Y dentro de esa estrategia el sindicato como
sujeto político es clave.
Los partidos de izquierda son
los únicos que pueden y deben reivindicar el sindicalismo como una herramienta
esencial de su programa de cambio social.
16.- ¿Qué
puede hacer el FA ante un MS fraccionado,
disperso y además que está en el blanco de los torpedos de las clases
dominantes? Hacer énfasis en que
mientras para el proyecto neoliberal “todos los sindicatos son pardos” y busca
por tanto desaparecerlos o al menos apocarlos; para un proyecto político como
el del FA, efectivamente todos los “sindicatos son pardos” en el sentido de que
son, esencialmente un estorbo para el capitalismo salvaje, de que no hace
ninguna distinción, entre sindicato blanco o rojo, como lo hacían en otros
tiempos las clases dominantes; que la unidad en torno a un proyecto político
para fortalecer el movimiento sindical en el sector privado es la clave para
salvar de la destrucción al MS del sector público.
17.- La
alianza del FA con sectores del MS del sector público que coincidan o que
lleguen a concertar un programa de cambios social, debería basarse en la
transformación del Estado para retomar funciones que ahora se entregan en forma
de privatizaciones o concesiones a la empresa privada y elevar el nivel de
eficiencia en la prestación de los servicios, especialmente los de salud,
educación y apoyo social. Sin duda el tema del défìcit fiscal y las
propuestas para resolverlo serán uno de los ejes de la transformación estatal y
dentro de ella, los gastos en remuneraciones.
¿Cómo resolver el problema de las brechas salariales al interior del
propio Estado y entre los empleados de éste y del sector privado? La negociación colectiva en lugar de ser un
obstáculo para crear un régimen de empleo público más equitativo, debería ser
una herramienta. El nivel de afiliación
sindical relativamente alto en el sector público podría permitir –superando los
“caciquismos sindicales”- la negociación colectiva por sectores (educación,
finanzas, empresas no financieras, etc.), logrando la firma de convenciones
colectivas sectoriales y no por empresa.
18.- ¡Cómo!:
¿defender sin más al MS del sector público y sus “privilegios”? No.
Plantear un proyecto político de cambio e inclusión social que pasa por
desarrollar la organización sindical en el sector privado (sin abandonar otras
esferas fundamentales como la lucha por la igualdad de género, la diversidad
sexual, la lucha por la tierra, etc.) y por tranzar la moderación de las
reivindicaciones del empleado público para elevar las de los del sector
privado. Defensa del Estado Social,
lucha contra la privatización en todas sus modalidades, lucha por una reforma
fiscal donde “los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres”, no más a
la flexibilización laboral de hecho (inclumplimiento de las normas de trabajo),
impulso de la organización sindical (en primer lugar) en las grandes
plantaciones y creación de condiciones para la organización sindical en la
industria y las grandes empresas de servicios y comercio.
La
agenda neoliberal anti-sindical y el proyecto de cambio social del FA.
19.- Para el PAC el sindicalismo no puede pasar de
ser un mal necesario y un aliado de oportunidad. En cambio para el FA el MS debe ser un eje de
su apoyo social. El FA al contrario del
resto de partidos de derecha y centro derecha, si puede reivindicar esa norma
del Código de Trabajo que ha sido letra muerta, especialmente desde mediados de
la década de 1980: “Declarase de interés público la constitución legal de las
organizaciones sociales, sean sindicatos,
como uno de los medios más eficaces de contribuir al sostenimiento y desarrollo
de la cultura popular y de la democracia costarricenses.” (artículo
332º).
20.- El
necesario acercamiento del FA, sin obviar que el partido deberá orientar a sus
militantes a formar parte activa del MS, no solo para sumarse, sino para
coadyuvar en su necesaria reforma, debería tomar en cuenta la agenda nacional en
curso que se vinculada de manera directa o indirecta con el MS del sector
público:
-
La Ley de Empleo Público
Proyecto No. 19431 (Movimiento Libertario).
-
La Reforma Procesal Laboral
(que por cierto mantiene dividido al MS).
-
Las Convención Colectiva y la Denuncia
y renegociación. La negociación
colectiva en el sector público.
-
La eficiencia del sector
público: evaluación del desempeño y “productividad”.
-
Déficit Fiscal, Gasto Social y
Reforma Tributaria no regresiva.
-
Las remuneraciones salariales:
incentivos y pluses.
Con el
ánimo de polemizar de manera franca y constructiva.
Heredia, 8 de diciembre del 2014.
Franklin Benavides Flores
Sindicalista