¡Divide
y… perderás!
ó de cómo echar a perder una
gran oportunidad
Franco Benavides
Esto de las 108 plazas nuevas para el Ministerio de
Trabajo con el fin de aplicar de la mejor manera posible la Ley Procesal
Laboral, ha desnudado el montón de irracionalidad administrativa que se ha acumulado
durante décadas de aplicar la APO (“Administración Por Ocurrencias”).
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Bueno, como decir desechada, desechada, no
tanto. De hecho, las oficinas de
Guatuso, Golfito y Bribrí están cerradas desde hace meses. Y, aunque parezca mentira, 9 oficinas de
Inspección continuarán con un solo funcionario, porque al momento de distribuir
las 108 plazas nuevas, la Administración partió del supuesto de que esas
oficinas y otras dos más, estarían cerradas; de manera que en lugar de
fortalecer todas las oficinas, se decidió concentrar el personal nuevo en oficinas
más grandes.
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Pero la cosa se pone aún peor: ahora resulta que los servicios de Inspección
y Conciliación por fin se van a “independizar”; ahora resulta que los (as)
inspectores (as) –tal y como mandan los convenios de la OIT-, no tendrán el
recargo de las labores de conciliación que cargan en sus espaldas desde siempre. ¡Qué bueno!
¿No era ese el eterno reclamo de la Inspección de Trabajo? Claro. Pero, ¿por qué si ahora se nombran
funcionarios (as) especializados en conciliación laboral este servicio se va a
concentrar en lugar de fortalecer la desconcentración que ya se tenía?
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¿Cómo se puede entender esto? La cosa no es simple, pero está es la
explicación que le vemos: el anterior
Ministro, apurado por su aspiración electoral, como ya dijimos, no quiso lidiar
con la eterna disputa entre las Dirección de Inspección y Conciliación (en
realidad entre sus mandos). Como a
leguas se notaba que cada jefatura no pensaba más que en su propio “feudo” y
blandían sus espadas para quedarse con la mayor cantidad de plazas que uno y
otro bando consideraban merecer, el Ministro cedió y los las malos modos y las
rabietas prevalecieron sobre la
racionalidad administrativa.
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Aunque cualquiera sabía que esta era la oportunidad
para crear las Oficinas Regionales del MTSS, y no simples oficinas de
Inspección con recargo de funciones de Conciliación; aunque sin duda esta era la oportunidad de
modernizar la estructura del Ministerio, de descentralizar por fin dos de los
servicios más importantes que presta; la Administración Superior consintió en que
cada Dirección se organizara por separado:
en una haciendo una torpe propuesta de cierre de oficina y en la otra,
creando una estructura totalmente desligada de la ya existente en las Oficinas
Regionales. En ambos casos, la
distribución del personal, de funciones sustantivas y de apoyo logístico, no
tomaron en cuenta la complementariedad de los servicios de inspección y
conciliación y, probablemente, lo que vamos a
ver es una duplicación de personal de apoyo y una distribución territorial
desproporcionada del personal de ambos “feudos”.
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¡Qué no se diga que todo esto no se lo hicimos ver a
las autoridades! Pero, bueno, la prisa
era tal (y no podemos creer que se tratará de atender el plazo de vigencia de
la Ley Procesal Laboral); la prisa, era, decimos, tan acuciante y los celos y
recelos tan grandes, que se aceptó la prevalencia de los “feudos” sobre la
unidad de los servicios prestados por la Institución.
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Ya se nota una división “artificial” entre el
personal de inspección y de conciliación.
Cuando se reunión los equipos de trabajo –por ejemplo-, nunca se
mezclan. A pesar de algunas jefaturas
regionales, que entienden perfectamente la “unidad” y “complementariedad” de
ambos servicios, se fomenta la separación:
“¡Yo soy conciliador, no tengo por qué recibir denuncias ante la
Inspección!”; “Esa impresora es de la Inspección”. Estas frases no son nada infrecuentes en las
oficinas (¿de inspección o de conciliación?).
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Pero, Dios nos ampare cuando entre en vigencia la
Ley Procesal Laboral en julio próximo.
Entonces veremos la guerra entre “feudos”. Cualquier cosa será suficiente para
exacerbar el conflicto: ¿quién tiene
mejor oficina? ¿quién tiene mejor equipo de cómputo? ¿y los mejores suministros? ¿y quién manda más en cada
oficina: el jefe de inspección o el de
conciliación?
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No es que esto sea irremediable, no es que tenga
porqué ser así. Todavía se está a
tiempo de hacer prevalecer la racionalidad administrativa. No hay que esperar a que los bandos se declaren
abiertamente la guerra.
San
Rafael de Heredia, 24 de abril de 2017.